Carlos Duguech
Analista internacional
Casi como un personaje que se va armando, pieza por pieza, para configurar un diseño de opositor. De opositor en todo, se entiende. Recorrer la lista que configura el “todo” casi se podría decir que es una construcción del propio Donald Trump, por sus omisiones y, especialmente, por sus acciones desmesuradas, sorprendentes, antojadizas. En no pocos casos, a contracorriente. Trump no es un ser intuitivo. Sí un manipulador de sus propias torpezas y visiones cuasi infernales de los de la vereda de enfrente. Y esto, con énfasis en el plano internacional, hacia donde procura catapultar a “su” USA. Hacia la cúspide con su reiteradísima frase de sus campañas electorales (Make América Great Again). Claro que ese propósito de proponer el retorno de su nación a la grandeza le ha generado bolsones importantes de repulsa entre la multifacética composición del electorado estadounidense. Ese que, en su complejidad, se muestra tan colorido en lo interno. Ahí donde intenta vaciar a los “ajenos” de la composición variadísima de la población estadounidense. Y, ¿por qué? Por la preservación de una pureza, que no racial sino diseñada por el mercado socioeconómico. Destacan los latinos, esa cuña inmigratoria mayoritariamente mexicana sumada a esa mixtura de orígenes del mundo, con preeminencia norafricana y asiática.
“But not terrorist”
Pude comprobar en Nueva York, con una pregunta que le hice a un conductor de taxi mientras me llevaba a mi destino, en 2017, con un pobre inglés y algo de árabe, luego de saber que era egipcio. -”¿Eres musulmán?”, la pregunta. Rápido de reflejos giró la cabeza y me espetó: “But not terrorist, not terrorist”. Claro que, después del 11 de septiembre de las torres, circular por Nueva York con fisonomía típica del Medio Oriente era generador de molestias para esos ciudadanos. Necesitados, ellos, de mostrarse lo más natural posible como gente pacífica. EE.UU., país identificable como de inmigrantes, a junio de este año albergaba casi 52 millones de personas provenientes, principalmente, de India, México y China. Por ello el plan de deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados o de los que no alcanzaron a obtener la ciudadanía estadounidense ha generado preocupación entre la ciudadanía de los EE.UU. Y hasta del propio Papa León XIV, quien la viene cuestionando desde que se la plasmó la inmigración como política de estado por Trump. El trato a los inmigrantes en los EE.UU. por la gestión de Trump fue el abordaje del pontífice que se expresó en términos filosos como “trato inhumano”. Y no se quedó ahí con una potente declaración sino que ejerciendo su magisterio convocó a los obispos estadounidenses a que apoyen a los inmigrantes para mitigar y resolver sus padecimientos.
La reacción de Trump tras la victoria de Mamdani: "Quieren convertir a EEUU en una Cuba comunista"Un periodista acreditado en la Casa Blanca osó formularle al presidente de los EE.UU. sobre su política restrictiva respecto de la inmigración y en relación a su condición de hijo de inmigrante (desde Escocia, su madre, en 1930). El gesto de sorpresa de Trump ante una simple e ingeniosa pregunta sobre si se deportaría a sí mismo y con el agregado de sus condenas judiciales, diluyó una respuesta que no dio. Es de rigor traer a la memoria su actuación en los últimos días de su primer mandato (6 de enero de 2021) cuando alentaba a seguidores enfervorizados con la posibilidad de obtener un segundo mandato que perdió, entonces, con el triunfo electoral de John Biden. El escrutinio definitivo se estaba realizando en el Capitolio, desde donde surgiría la consagración presidencial de Biden o el segundo mandato de Trump. La irrupción violenta de seguidores desaforados del trumpismo alentados por el magnate presidente generó cinco muertes y destrozos en la sede monumental en Washington. En derecho penal Trump catalogaría como autor intelectual necesario.
Ninguna pena judicial de cumplimiento recibió. Pero, ya presidente por segunda vez en 2025, indultó a los procesados e incluso a los condenados por penas pesadas de aquel capítulo violento en el Capitolio.
La novedad
NUeva York: alcalde inmigrante. Y musulmán. Y “socialista demócrata”. E inmigrante ugandés y, para más, de padres inmigrantes de la India. Y muy joven. Demasiado para Trump. (“Una trampa del Partido Demócrata”, ocultaría “in pectore”). Más de 8.400.000 neoyorkinos sujetos a los “alcaldazos” que empezarán a sonar desde el primer día de 2026. Y lo serán por la ejecución del programa de un joven de nombre extraño para los “yanquis”: Zohran Mamdani. Para muchísimos de los habitantes de la “Gran Manzana” las medidas anunciadas por el alcalde electo son como una bendición cívica irrumpiendo en el formato ultra capitalista. Eso de aumentar la tasa impositiva a los que ganan ese tesoro (un millón de dólares por año) es acción de puro cuño socialista. Y no menos que eso, lo de autobuses gratis, parece pura fantasía. Sin embargo es uno de los ejes del programa del alcalde electo -junto al congelamiento de alquileres- para facilitar la vida de los ciudadanos de Nueva York, anunciado con determinación en su campaña. Claro que el triunfo de Mandami se da en un bastión demócrata gubernamental del estado de Nueva York de los últimos veinte años. Kathy Hochul, católica, la gobernadora, apoyó con todo al musulmán Mamdani como nuevo alcalde.
Sorpresa en Nueva York: ¿quién es Zohran Mamdani, el nuevo alcalde que desafía a Donald Trump?Lo extraño –y alentador en este tiempo en el de tanto protagonismo de Israel y lo judío, la elección del nuevo alcalde neoyorkino contó con nada menos que el 33% de los votos de la poderosa e influyente comunidad judía del circuito electoral. Y aun “a pesar” –cabe enfatizarlo- del pronunciamiento de Mandami sobre Gaza y en contra del “genocidio de Israel”. Su campaña electoral contaba con el apoyo de una no menor participación de los integrantes de la comunidad judía (la tercera parte). Un prometedor paisaje de convivencia y mancomunidad que se proyecta más allá de las fronteras territoriales y sensibles de las dos consonantes más famosas del mundo: “N.Y.” Este quiebre sorprende a propios y extraños. Una paradoja que en la convivencia temporal y espacial obligada de Wall Street con una administración ciudadana en el otro extremo jamás fue imaginada, siquiera. Algo –en rigor, mucho- cambió en la disposición de los votantes de cara al poder. “Basta”, tal vez la palabra. O “hasta aquí” con lo acostumbrado. “Nueva York es una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes y hoy administrada por un inmigrante” expresó el flamante alcalde, una construcción en torno a la palabra que molesta tanto a Trump que lo viene calificando de “comunista” y hasta promete –lo dijo reiteradamente- recortarle aportes desde el poder central.
En su discurso luego de la proclamación de la victoria electoral el nuevo alcalde neoyorkino expresó: “Gracias, amigos míos. Puede que el sol se haya puesto sobre nuestra ciudad esta tarde, pero como dijo una vez Eugenio Debs (un recordado líder y candidato a presidente socialista de EE.UU): “Puedo ver el amanecer de un día mejor para la humanidad”. Una expansividad de su mensaje, no disimulada. La muy acotada y elaborada diatriba destinada al nuevo alcalde de Nueva York fue pronunciada por el ministro israelí Amijai Chikli conectado con las comunidades judías de la diáspora: “El último de los matones que apoyan a los violadores y asesinos de Hamas y lo asimila a los autores de los atentados a las Torres gemelas en al año 2001”, nada menos.
¿Guerra nuclear?
Tal vez sí y no. Tiene el mundo la mejor herramienta preventiva: el Tratado Internacional de Prohibición de Armas Nucleares (TPAN). En la próxima columna se abordará.